Detrás de toda dificultad que experimentamos, de
todo problema que nos pueda surgir, muchas veces tenemos unas ideas limitantes
que nos hacen situarnos en una posición sin poder, haciéndonos pensar que no
servimos para nada, que no tenemos nada que hacer, que el problema es más
grande que nosotros mismos, sintiéndonos víctimas de la situación. Desde ahí, desde el victimismo es
difícil sentirnos dignos de resolver nuestro problema, nos quedamos en el “no
puedo”, en la culpabilización y en la queja.
Un
problema recurrente hoy, para muchas personas es la falta de dinero y trabajo.
En ocasiones la situación nos puede llevar a sentirnos indefensos y
desesperanzados. En otras ocasiones, confusos, desanimados, irritados, como si no hubiera nada que pudiéramos hacer.
Rindiéndonos a la adversidad o negándonos a ella. Es verdad que vivimos en un
momento crítico, de cambio fuerte en donde de repente, el dinero se mueve por
diferentes canales a los acostumbrados. Sin
embargo, muchas veces nuestras creencias fijas y limitantes en torno al dinero,
el trabajo y la riqueza, aquellas que condicionan nuestras maneras de estar y
actuar, nos impiden creer que otra realidad es posible, que otra manera de
hacer las cosas , no sólo es posible si no, necesaria.
Otra
manera de abordar nuestra falta de trabajo o dinero, es como un problema a
resolver o una dificultad a superar. Al fin y al cabo, el
trabajo es algo que puedo aportar yo a mi comunidad y a mis congéneres,
resolviendo el problema de otra persona o ayudándola a superar alguna
dificultad. Otros aportaran por mí, haciendo sus trabajos. El dinero es un medio
de intercambio de los problemas resueltos, no el único. Intercambiamos también
afecto, atención, agradecimiento y cuidados. La riqueza es la sensación de
bienestar que obtengo cuando llego a la solución del problema. Todo ello es
parte de la energía que intercambiamos con el universo.
Nos guste o
no, los problemas son naturales, forman también parte del proceso de vivir.
Tenemos un problema cuando deseamos ser o tener alguna cosa o, estar de alguna
manera que ahora no es. Queremos tener más trabajo para ser más ricos y
sentirnos con más bienestar, por ejemplo. Cuando tenemos una necesidad
insatisfecha, hay algo natural que nos moviliza a la acción. Es por eso que los problemas no han de ser un
impedimento, simplemente exigen un movimiento, un crecimiento de las personas. Son
en realidad, una oportunidad para revisar nuestros hábitos, nuestras creencias
limitadoras, actitudes negativas y pensamientos que ya no nos sirven y así,
crecer. A pesar de la dificultad, podemos siempre encontrarnos con nuestros
talentos y habilidades y transformarnos en algo mejor, en alguien que ayude un
poquito más a la gente a resolver sus problemas. Siempre hay cosas que podemos
hacer para hacerle la vida más fácil y amable a alguien.
Así que para trabajar, hoy más que nunca, más que
ofuscarnos en sólo buscar dinero, clientes, oportunidades e ideas milagrosas, tenemos
que preguntarnos qué problema podemos solucionar, qué cosas hay por hacer.
Encontrar necesidades, en dónde la gente
se encuentra con dificultades y problemas a resolver y aportar lo que sabemos
hacer. Seguir siendo útiles a nosotros mismos y a los demás. Seguir
intercambiando energía.
No tenemos que quedarnos sólo, con la frustración
por el dinero o trabajo que no tenemos. Aunque no los tengamos y los estemos
necesitando, no nos podemos dejar paralizar por esa situación. Hemos de seguir
pensando en eso que nos gusta y que queremos hacer para los demás: cocinar,
cuidar, plantar, sanar, cantar, tratar con gente, pintar, lo que sea. Y encontrar
la manera de disfrutar haciéndolo, haciéndolo bien. No hemos de desesperar porque
la solución no sea inmediata y sí deleitarnos con las señales de que algo bueno
estamos aportando. Seguir perseverando y mantener una actitud de ilusión y
cuidado para conseguir nuestra meta. La diferencia entre un sueño y una meta
satisfecha, es un proyecto. Así que hay que soñar y proyectar. En el recorrido, pasaremos por altibajos, momentos
de fluidez y otros, de dificultad. Sin perder el prisma de que el valor está en
nosotros, capaces siempre de construir futuro, intercambiando con los demás,
haciendo fluir la energía.
Publicado en el Última Hora de Menorca el 22 de febrero del 2013