lunes, 8 de octubre de 2012

SI QUIERES VER TRANSFORMAR EL MUNDO, COMIENZA POR TI.

Cuando la vida se torna difícil  y complicada, como en estos tiempos que corren y nos vemos  sumidos en un malestar difícil de sobrellevar, surge de nosotros el impulso de buscar una explicación, una solución a nuestro pesar y al del mundo.
Muchas veces, la salida inmediata que encontramos a estos malestares, el personal y el mundial, viene encabezada por localizar un culpable: nuestro jefe, nuestra pareja, los políticos,  el sistema…Y contra él o ella descargamos toda nuestra rabia y frustración. Criticamos, despotricamos, buscamos aliados, nos desahogamos.  Sin embargo, volvemos a estar donde antes, la situación no ha mejorado, quizás se haya tensado un poco más, si cabe. Seguimos inmersos en el mismo malestar.
Queremos un mundo mejor y ni tan solo sabemos ofrecernos una vida mejor a nosotros mismos. Nos queremos poco y nos tratamos mal. Nos culpamos, castigamos,   exigimos, competimos, nos sentimos mal. Algunos se rindieron y ya no le piden a la vida nada mejor.
Y así, cómo podemos imaginar que el mundo se pueda transformar en un hermoso y pacífico lugar, si el mundo que vivimos, del que nos quejamos, el que nos gustaría ver cambiar, lo hacemos las personas. Todos y cada uno de nosotros, con nuestros pensamientos, emociones y acciones somos parte activa de este gran sistema. El malestar mundial no es más que un eco del malestar de todos nosotros.
 En realidad, desconocemos lo que de verdad queremos, quienes somos, cómo hemos llegado a estar como estamos y todas  las posibilidades que tenemos. La mayoría de nosotros, en mayor o menor medida, vivimos nuestras vidas en un estado de semiinconsciencia, sumidos en la ignorancia, el egocentrismo, la insatisfacción y el miedo. Vivimos desde el ego, esa máscara que hemos construido y con la que nos hemos identificado. Tuvimos infancias llenas de dolor y carencias y decidimos olvidar, para no sentir más. Sin darnos cuenta, este estado se apodera de nosotros, nos bloquea y sume en la desesperanza: “no hay nada que hacer, la vida es así de dura, en el mundo siempre hubo guerras” nos decimos.
Desde ahí, desde el ego,  no nos queremos a nosotros mismos, ni tampoco a los demás.  Actuamos movidos por el miedo y la necesidad de supervivencia física y emocional. La vivencia de sentirnos amigos de nosotros mismos, de  “sentirme en casa” cuando conecto con mi interior, es extraña para la mayoría, hoy día.
Si queremos cambiar el mundo, hemos de atrevernos a enfrentarnos primero, al cambio interno, a nuestra historia personal a lo que nos condiciona y estructura esa manera de interpretar la vida. A lo que nos hace: sentir que el mundo tiene que ser un lugar hostil, tratar a nuestro cuerpo y a nosotros mismos como nuestro peor enemigo, relacionarnos con los demás desde la sumisión o el poder. Cambiar la mirada hasta que lleguemos a darnos cuenta de que vamos todos en un mismo barco, de que los demás y el entorno son partes de nosotros mismos y reflejan lo que llevamos dentro. Amándonos un poquito más. Empezando por nosotros mismos.
Publicado en el Ciutadella de Franc, en Octubre del 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario